viernes, 28 de octubre de 2011

Crónica de una pobre desgraciada en Utrecht

28 de Octubre de 2011. Probablemente el día más importante, académicamente hablando, al que tendré que hacer frente durante todo mi Erasmus (entrega de dos trabajos mortales y examen de “Issues”, que para los que no tengan ni idea de lo que es, no puedo serles de mucha ayuda, ya que, a día de hoy, yo tampoco lo tengo muy claro).

27 de Octubre de 2011, 23:00p.m. Los nervios empiezan a acabar conmigo, (mañana tengo el examen, el cual está basado en un libro de 300 páginas en las que se repite el contenido millones de veces, pero “con matices”). Decido hacer cena rica para animarme: pechugas con champiñones (mmmmm). 24:00p.m., es hora de ir a dormir, a la cama que hay descansar… (Vaya, me duele un poco la garganta…no será nada, mañana estaré como una rosa.).

2:00a.m. Me despierto… (Parece que el dolor de la garganta empieza a ser más acusante…mañana pondré en práctica el remedio de mi madre: leche con miel caliente. Seguro que así sí, como una rosa).

3:30a.m. (Joderrrrr, otra vez despierta, ¡qué tengo que descansar para mañana! Y maldita garganta, cada vez me duele más…).

4:30a.m. (Por favor, si hay alguien que pueda ayudarme en el cosmos… que haga que me duerma de una vez y que deje de molestarme la garganta…).

6:30a.m. Me levanto de la cama. (Es temprano y he pasado una noche horrible, pero bueno, así aprovecho y me pongo a repasar…Cómo me molesta la garganta…) Voy al baño. (¡DIOS, DIOS, DIOS, DIOS! ¿¡¿Qué le está pasando al lado izquierdo de mi garganta?!? ¿Por qué está hinchada cual globo?). A partir de este momento es cuando empiezan las fases.

FASE 1: Incredulidad máxima. ¿¡Hola?! ¿Qué está pasando? ¿Por qué me está mutando parte de la cara? ¿¿¿HOLAAAAAAAA???

FASE 2: Dilema existencial, el por qué. Pero vamos a ver, ¿qué es esto? ¿Me ha picado una araña? ¿Me está creciendo una angina? ¿Una reacción alérgica? Mierda, mierda… seguro que fueron los malditos champiñones… 

FASE 3: Pánico absoluto. ¿¡Pero qué hago!? ¿Me automedico? ¿Pero el qué? ¿Voy a urgencias? Esto no tiene buena pinta… ¿Quéeeee hagoooo?

FASE 4: Paranoia. Dios, dios dios… ¿¡¿¡¿Y si es un tumor?!?!?! (Nota mental: Nerea, los tumores no crecen de un día para otro… Ya, ya, ya...eso es porque tú no estás viendo lo que me está creciendo en una parte de la cara).

FASE 5: Revisión de daños. A ver, pero sólo me pasa algo raro en esta parte…. ¿y la otra? ¿Por qué está normal? Y el resto del cuerpo, me encuentro bien ¿no? Tampoco es grave, no pasa nada…sólo tienes una parte del cuerpo preocupantemente desproporcionada.

FASE 6: Incredulidad máxima (again). No me lo puedo creer, no me lo puedo creer. Voy a ponerme a llorar…

FASE 7: Establecimiento de prioridades. ¡NO, NO, NO! Nada de llorar, tienes que elaborar un plan (como los malditos plannings de Issues management…). 1º Vístete. 2º Busca la tarjeta sanitaria europea. 3º Busca dónde está el hospital… mierdaaaaa ¿dónde está el hospital? 4º Vale, vale…llama a Nati…

FASE 8: Autocompasión. ¿Pero por qué me pasa esto a mí? ¿¡¡Ahora?!! Si yo soy una buena persona, no le he hecho nada nadie… Si es que soy gafe, este tipo de cosas sólo te pasan a ti, Nerea. A ver, dime a cuántas personas les muta la cara justo el día que tienen que hacer un examen en el que se juegan la nota. ¿POR QUÉEEEE?

FASE 9: Vuelta a la realidad. Llama a Nati y ve con ella a Urgencias, no puede ser tan difícil….

FASE 10: Frustración. Si estuviera ahora en mi casa…mis padres me llevarían al hospital…esto es un descontrol. Seguro que no llego viva. ¿Por qué tuve la fantástica idea de irme de Erasmus? ¿En qué estabas pensado? ¡Si sabes que eres propicia a que te pasen este tipo de cosas! Echo de menos a mi madre. SUBFASE: Locura. Ahora me teletransportaría a mi casa.

Después, de haber pasado una de las situaciones más angustiosas y surrealistas de mi vida he de decir que, hoy por hoy, sigo viva. Y lo mejor es que no sé cómo, ya que:  

Encontrar el Hospital no fue difícil, pero la entrada de Urgencias se encontraba como el Paseo de Independencia con las obras del tranvía; la charla con el médico fue de lo más interesante, ya que la mayoría de las cosas las tuve que “explicar” con signos (he descubierto que tengo un don como mimo); y al final de la revisión médica, después de descartar una posible reacción alérgica y la muela del juicio, pude deducir…(no con muchas garantías) que lo que estaba haciendo que mi cara pareciera un balón de fútbol era un ganglio linfático que estaba inflamado.

Con ganglio linfático o no… (Porque todavía tengo mis dudas de que sea eso), lo único que hace que me sienta un poco aliviada es que (como me dijo Natalia), no me dio por ver los típicos foros de “machupichus” en los que puedes deducir lo que te ocurre según los síntomas que tienes…porque sino, creo que no habría pasado de la FASE 4.

Informa, Nerea y su lymph node mutante, desde Utrecht. 

domingo, 16 de octubre de 2011

La primera vez


Después de intensos días de reflexión he caído en la cuenta de que, desde que empecé mi Erasmus, no he parado de vivir multitud de nuevas y apasionantes “primeras veces”. A continuación os menciono algunas de las más divertidas (y conflictivas) a las que he tenido que hacer frente (sin duda, no serán las últimas “primeras veces” a las que tendré que sobrevivir en los próximos meses).

La primera vez…

  1. que “hago” tortilla de patata. Sólo diré que al final fue revuelto, y que, además, el 60% del contenido se quedó en la encimera.  
  1. que me veo envuelta, si querer, en una guerra vecinal. Armas utilizadas: toneladas de mierda de basura. 
  1. que pongo en marcha un aspirador/una cafetera/ una plancha. Parece fácil, pero creedme, todos y cada uno de estos artilugios se convierten en un mundo si no tienes el folleto de las instrucciones.
  1. que tengo que planificar mi vida conforme a los horarios de las lavadoras. (Lo bueno del laundry es que, al igual que cuando vas al baño de fiesta, siempre haces amigos).
  1. que cocino lentejas. Mamá, siento decirlo…pero creo que, a día de hoy, puedo asegurar que he superado tu receta.
  1. que tengo que jugarme la vida encima de una silla para apagar la alarma de incendios.
  1. que, sólo en la primera semana de clase, tengo más deberes que en todo un mes en la USJ.
  1. que salgo un martes de fiesta teniendo clase al día siguiente a las ocho y media (sí, señor, why not?).
  1. que no veo a niños feos. Todos holandesitos/as son extremadamente achuchables (imposible no tener la tentación de secuestrar a más de uno...).
  1. que veo como una pareja va de la mano mientras van montados en bici (que cuuuuquiiii).
  1. que voy al súper y me emociono al ver que ya puedo hacer uso de mi tarjeta Albert Heijn para los productos bonus (de oferta).  
  1. que me despierto por el balido de cientos de ovejas, en lugar de por la alarma del móvil.
  1. que veo a un chaval pegándose el mayor leñazo de la historia de los leñazos en bici…y que se levante, a continuación, con más gracia que una bailarina en “El lago de los cisnes”. (No hay duda, estos holandeses están hechos de otra pasta).
  1. que siento la necesidad imperiosa de ir a comprar sólo para poder hacerme con los stroopwafels. (Si alguien se decidiera a exportarlos se montaría el business del año).
  1. que voy de paquete en la parte de atrás de una bici (miedito, miedito).
  1. que los homework, de toda la vida, pasan a llamarse assignments (que, por cierto, amargan la existencia a todos mis seres queridos en Utrecht).   
  1. que veo carteles de lugares institucionales “serios” hechos con luces de neón cual puticlub (véase el cartel de mi universidad…).
  1. que tengo que arreglar la campana extractora que parece un Boeing 747 despegando. Materiales: un tornillo, una cuerda y cinta aislante…ni MacGyver.
  1. que oigo  “La macarena” y “La cucaracha”…en holandés. Flipa, colega.
  1. que veo a gente disfrazada (ya sea de canguro, orangután, vikingo…) cualquier día de la semana y a cualquier hora.
  1. que veo a gente preparándose con toda tranquilidad tostadas (con su mantequilla y mermelada incluida) en clase, mientras el profesor explica.
  1. que veo una bici-silladeruedas (el canteo es que van por el carril bici adelantando a todos simplones que vamos en bici normal).
  1. que un profesor me viene a clase con pajarita y tirantes. Sí señor, tú sí que sabes.
  1. que veo como una señora embarazada lleva a una niña en la cestita de delante de la bici, a otra en la parte de detrás y, atención, las bolsas de la compra colgadas en ambos manillares (perturbación máxima).
  1. que veo a la gente en pantalón corto y tirantes, mientras yo paso pena por haberme dejado los guantes en casa. 




(Lo que yo decía, ni los bares de alterne tienen tanta alegría lumínica...)

miércoles, 5 de octubre de 2011

I love my box

Después de un abandono esporádico del blog…vuelvo para contaros qué está pasando por tierras holandesas. La entrada de hoy va dedicada a mi cubo o “my box” (que queda más internacional…).

Estos utrechienses tienen para todo y tan pronto te montan un festival de cine nacional como te construyen casas para estudiantes con cuatro chapas pintadas de colores. Y sí amigos, ahí es donde yo vivo, en pleno campus universitario (un auténtico chollazo cuando está lloviendo a chuzos y no tengo que coger la bici para ir a clase).

Básicamente, mi casa se reduce a 16 metros cuadrados. Eso sí, muy bien distribuidos. Y para variar, está lleno de artilugios que sólo podían estar diseñados por estos seres tan peculiares que son los holandeses (muy apañaos ellos, oye). En el baño, por ejemplo, tenemos el grifo-ducha, la luz que se enciende por una cuerda, el lavabo de dos centímetros cuadrados o el váter con el sobresaliente para dentro (lo cuál es muy útil para ver con claridad cómo vas de vientre cada día).

Otro aspecto que no tiene desperdicio es el entorno. Ni Heidi tenía tanta flora y fauna  en la montaña como la que yo tengo en la puerta de casa. De hecho, estoy por pillar de mascota a alguna de las ovejas que pastan aquí al lado, o uno de los cientos de conejos, patos, topos o pájaros (que parecen urracas pero que no lo son…) con los que convivo cada día en paz y armonía.

Pero sin duda, lo mejor de vivir en los cubos son mis vecinos… Qué sería yo sin mi colegas de pasillo (no sé si os he dicho que tienen un gran interés por la ciencia, por eso han decidido dejar toneladas de mierda a la entrada de la puerta, con el fin de crear un nuevo microorganismo).

Dejando a un lado estos motivados por la microciencia, mis vecinos favoritos son Nati y Nacho (ohhhh, momento sentimental). No puedo negarlo, mi vida no sería igual sin ellos. Cuan aburrida sería mi existencia si Nati no me picara a la puerta para ir a tomar café o sin que Nacho nos recibiera en gallumbos día sí y día también (o sin que a Nacho le saltara la alarma de incendios, o sin que Nacho tuviera una crisis existencial con sus paquetes de “comida” que, cito palabras textuales, “olían a sexo”, o sin que perdiera las llaves por la miniranura de su cubo…).

Y es que estoy segura de que no podía haber elegido un lugar mejor para vivir. Lo tengo todo, bueno…para no mentir…lo único que se puede echar en falta en este lugar es la fiesta (ya que con tanto bicho y tanto verde, no hay un miserable pub para bailar a mil kilómetros a la redonda). Aunque ya hemos encontrado remedio a eso… pero esa será otra historia.

Informa, Nerea Sanz desde Utrecht. 



domingo, 11 de septiembre de 2011

Los 10 mandamientos de los utrechienses



  1. Si no tienes bici, no eres nadie. (Da igual que esté carcomida por el óxido o que se vaya cayendo a cachos por el camino, lo importante es moverse a dos ruedas. Por supuesto, sin llevar protección ninguna… aquí el que se la pega lo hace con todas las de la ley).
  1. El pudor no existe, cuanto más se vea lo que haces en tu casa, mejor. (No sé si el motivo es que las relaciones de exportación e importación entre los vendedores de cortinas no son muy fluidas en este país con el resto de Europa… pero la cuestión es que más del 90% de la población utrechiense no las tiene o, básicamente, pasa de hacer uso de ellas).
  1. Saldrás de fiesta un lunes (o un martes, o un miércoles o un jueves…) y siempre, SIEMPRE, habrá ambiente.
  1. Alimentarás a los gatos hasta que mueran por obesidad mórbida. (Imaginaos al gato más gordo del mundo y ahora mezclarlo con el ADN de un cerdito, así es más o menos la apariencia que tienen los mininos en esta ciudad…).
  1. Jamás llevarás zapatos de tacón (a no ser que hayas sido trapecista en una vida anterior…ya que es científicamente imposible poder sortear las calles adoquinadas de Utrecht sin dejarte los dientes contra el suelo o comerte uno de los innumerables charcos). 
  1. Siempre llevarás el paraguas encima. (Da igual que haya un sol radiante y ni una miserable nube en el cielo porque en tu fuero más interno sabes que en el momento más insospechado caerá un diluvio universal. No importa cómo ni cuándo, lloverá).
  1. El carril bici es sagrado, si por una desgraciada casualidad de la vida acabas metido en él en calidad de peatón, date por muerto.
  1. Cualquier momento es bueno para comer patatas fritas, o galletitas de caramelo, o una pizza-kebab, o un burrito, o cualquier cosa que pueda encontrarse en el Albert Hejin… (Y más si lo haces encima de la bici mientras hablas por el móvil y escuchas música al mismo tiempo).
  1. Da igual que estés trabajando, estudiando o apagando un incendio, si sale el sol, tienes la obligación ética y moral de salir a la calle.
  1. Limpiarás el suelo con… mmmmm... ¿¿?? Espérate... mmmm… ¿Dónde se puede comprar una fregona? (Bien, es algo que me perturba enormemente ya que tras recorrer todos y cada uno de los supermercados, rastrillos y locales de dudosa legalidad… ¡no he conseguido encontrar un miserable mocho! Eso sí, no hay problema en encontrar suero de leche, zumo de pera con ¿¿??, patos amarillos de ducha gigantes o lámparas con forma de caballo…).


martes, 6 de septiembre de 2011

Viaje a Ítaca

Lo prometido es deuda. Aquí está, por fin, lo que todos estabais esperando…Con noticias de Holanda, el blog en el durante los próximos cinco meses (como poco) contaré todas mis aventuras y desventuras (que seguramente abundarán más) por tierras holandesas.

Todos los que me conocéis sabéis de sobra que soy, lo que comúnmente denomina mi madre, una persona de “culo inquieto”. Ésta es una de las muchas razones por las que a día de hoy me encuentro en Utrecht, una preciosa ciudad en la que llueve día sí y día también.

Sé que he sido un poco tardona con mis deberes “bloggeros” y más de uno/a me lo ha dejado presente…Así que empecemos por el principio porque, no amigos míos, mi aparición en Utrecht no ha surgido por arte de magia, ni mucho menos por medio de un viaje en avión…Mi llegada a esta encantadora ciudad lleva implícita es su más pura esencia cerca de 1.800 kilómetros de conducción por carretera.

“¡Jáaaaaa!” (Pensará más de uno), pues ya os digo yo que no es cosa de risa. Por circunstancias de la vida o por selección natural, he sido bendecida (o maldita, como prefiráis verlo) con unos padres que tienen devoción por acompañarme allá por donde quiera que voy. Así que cuando me confirmaron la plaza para realizar la beca Erasmus en este entrañable país, mis progenitores, ni cortos ni perezosos, decidieron que la mejor de las opciones era echarse la manta a la cabeza (y el edredón, y la almohada, y casi casi la olla express…) y acompañarme hasta aquí. Eso sí, en coche, porque no creáis que toda esa ropa de cama entra en un sólo avión.

Pues bien, tras unas 24 horas de viaje aproximadamente (no quiero hacer la reflexión  real por la cuenta que me trae…) aparecí, ahora sí, en Utrecht. Claro que por el camino pasamos muchas cosas, desde las posturas de yoga-rompevértebras que tuvo que asumir mi madre para que entrara todo en el coche, hasta las coreografías hechas por mi hermana y por mí con los éxitos del verano o por la fase en la que mi padre fue poseído por lucifer cuando, después de una hora de estar por Utrecht, seguía dando vueltas a la misma rotonda (desde aquí aprovecho para agradecerle con todo el amor de mi corazón a señora holandesa que nos llevó hasta la misma  puerta del hotel. Gracias, de verdad, si no hubiera sido por usted todavía estaríamos conduciendo por la rotonda del infierno).

 
Y es que otra cosa no, pero si de algo me he dado cuenta en estos primeros días es que los holandeses son gente muy pero que muy amable. Y no deja de hacérseme raro, ya que el tiempo es un auténtico asco. En pleno verano y yo con las botas, la chaqueta de lana y la bufanda bien enfundada (el invierno que me espera...).

En fin, lo que está claro es que para bien o para mal…mi aventura a Ítaca ha comenzado y, como dice el poema de Kaváfis, lo único que voy a rogar es que “el viaje sea largo, lleno de peripecias, lleno de experiencias”.

 Foto: Torre Dom